“La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejándola libre para que se desarrolle” (María Montessori)
El ser humano es creativo por naturaleza. La creatividad es algo innato, lo único que necesitamos es “conocernos a nosotros mismos” y las situaciones idóneas para que nuestras ideas, fantasías, expresividad y todo aquello que tenemos en nuestro inconsciente “salga” al exterior conscientemente, en forma de creación. De ello dependerán las vivencias, experiencias y aprendizajes significativos previos sobre los nuevos aprendidos, ya que las interacciones entre ellos provocarán nuevas conexiones sinápticas, provocándose cambios en nuestro cerebro; se requiere de un autoconocimiento previo, un estado de bienestar, calma y relajación para que nuestras ideas puedan ser proyectadas en todo nuestro potencial y esplendor. Se trata de activar nuestros “órganos creativos”. “La creatividad no surge por casualidad, necesita las condiciones propicias para que las ideas creativas fluyan” (Menchén Bellón, 2012). “La creatividad simplemente consiste en conectar cosas” (Steve Jobs).
Si desde edades tempranas, forjamos la identidad propia del niño/a a través de espacios sensoriomotores creados para tal fin, estaremos fortaleciendo unas bases importantes sobre su desarrollo y maduración psíquica; trabajaremos a nivel afectivo-emocional, motora, comunicativa y social, permitiendo así, dejarles “ser”, “pensar” y «expresar», sintiéndose seguros, con capacidad de autocrítica, elección y decisión. El juego es la primera actividad creadora del niño/a y éste, estimula la creatividad en la vida posterior. A través del juego libre favorecemos la espontaneidad y expresividad de los niños; la curiosidad, el interés, la imaginación, la fantasía, la intuición, el humor y mejor aún, si estos espacios facilitadores de sensaciones y nuevos estímulos, ya sean creados o en entornos naturales, les permiten experimentar, buscar, indagar, etc., para hallar soluciones y/o respuestas a sus preguntas. Además, trabajar la creatividad desde edades tempranas «favorece […], la flexibilidad, la improvisación, la imitación, las conductas en la resolución de problemas y la adaptación al cambio en los niños» (Garaigordobil, s.f.; citado en Berrueco, 2011).
Enseñarles a ver con otros ojos, de forma diferente al resto. “Hay que abrir nuestra mente y nuestro corazón y empezar a comprender y a relacionarnos con la vida de otra forma más sutil y cambiar nuestros patrones que se encuentran condicionados y dejar fluir todo nuestro potencial interior” (Menchén Bellón, 2012).
Se afirma, además, que las prácticas creativas durante los primeros años de la infancia, influyen en el desarrollo del potencial creativo posterior.
“Ser creativo es como tener una licencia para explorar, indagar y probar cosas, sin miedo a equivocarse, teniendo en cuenta que la equivocación es el mejor camino para encontrar aquello que uno busca” (María Zambrano, s.f.; citada en Menchén Bellón, 2012).
Menchén Bellón (1998), ya proponía el Modelo de Estimulación de la Creatividad IOE, en el que la Imaginación, Originalidad y Expresión forman los tres pilares básicos de la creatividad. A través de las vías multisensorial, intelectiva y ecológica, le permite al niño/a expresar sensaciones, sentimientos y emociones; el desarrollo de la intuición, la imaginación y el pensamiento y, siguiendo a la vía ecológica, a la identificación y el descubrimiento de la naturaleza y la cultura de su entorno. (Menché Bellón, 1998; citado en Iglesias Casal, 1999).
Los niños que tienen una mayor dificultad en sus formas de expresión y exteriorización de sus estados más inconscientes, difícilmente podrán sacar y demostrar toda su creatividad, pues de lo que se trata en la misma, es que el niño/a se autoexprese de una forma armónica, acorde a sus necesidades. Es importante, que, antes de que le pidamos a los niños que sean creativos, debemos tener en cuenta su maduración a nivel psíquico, pues la inmadurez en alguno de estos ámbitos podría ser la causa de que el niño/a se muestre bloqueado, o quizás, no preparado para expresarse y mostrar el potencial con el que el adulto espera que lo haga, y, que aún así, sabe que lo tiene. No obstante, cada niño expresa y crea de diferente manera y, debemos respetar su ritmo de maduración, desarrollo y aprendizaje de forma natural. Como bien afirma Gámez (1998), “En la medida en que tenemos dificultades para expresarnos y demostrar nuestra individualidad, la creatividad puede resultar un proceso doloroso” (Gámez, 1998; citado en Iglesias Casal, 1999).
Como afirma Iglesias Casal (1999), “no se trata de señalar a una persona con el dedo y pedirle que sea creativa; tampoco se puede pedir a nadie que tenga una idea brillante, pero sí se le puede insistir en que haga un esfuerzo creativo”.
Es importante darles tiempo en su trabajo, que no se sientan obligados “a hacer”, ya que estaremos destruyendo su proceso de pensamiento hacia su nueva creación. De lo que se trata es de acompañarles en su proceso de descubrimiento, facilitarles los caminos y ofrecerles las herramientas necesarias, las cuales les ayuden y les lleven a formar una personalidad creativa y nuevas visiones del mundo. Enseñarles a ser diferentes en pensamiento. De ahí, que el juego simbólico cobre especial importancia, pues será la forma en que el niño/a pueda exteriorizar su estado más inconsciente, sus fantasías y sus deseos para, más tarde, estos deseos y fantasías los pueda llevar a la representación de forma consciente, a través de su obra o creación. Será a partir de ahí, cuando nosotros, los adultos, podamos percibir y observar toda su creatividad.
Referencias bibliográficas
Garaigordobil, M., y Berrueco, L. (2011). Effects of a play program on creative thinking of preschool children. Spanish Journal of Psychology, 14 (2), 608-618.
Iglesias Casal, I. (1999). La creatividad en el proceso de enseñanza-aprendizaje de ele: caracterización y aplicaciones: Universidad de Oviedo.
Menchén Bellón (16/04/2012) Atrévete a ser creativo: pasos para ser creativos. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, Vol. 10, nº 2.
Movimiento, expresión y creación 